sábado, 20 de agosto de 2011

EL RENEGADO LIBRO DE AMENIDAD Y REALISMO.


                                    UN HERMOSO LIBRO DE AVENTURAS Y EXOTISMO
             El
Renegado, de Alberto Boutellier.
Han tenido que transcurrir unos cuantos años en la apasionante vida de Alberto Boutellier, para que por fin, se atreviera a destapar el tarro de sus esencias literarias.

Introducción biográfica del autor:

Alberto Boutellier

Alberto Boutellier Caparrós (1933).  Nacido -circunstancialmente- en la bella ciudad de Málaga, aunque con pocos meses de edad se trasladó a Melilla, en donde vivió la guerra civil española. Estudió en el colegio de huérfanos del ejército (su padre fue militar), así como en el colegio de los Hermanos Maristas.  Regresó al protectorado español de Marruecos, en donde trabajó como funcionario durante 7 años, empapándose de la vida y circunstancias del Rif y sus gentes. Tras la independencia del país alauita, regresó a la España peninsular. Fue un viajero y trabajador incansable, desarrollando su actividad laboral en numerosas ciudades de España y visitando -como no podía ser menos- bastantes paises de más de medio mundo. Técnico en marketing y empresario innovador, se instaló  por fin (en la década de los años 70) en la localidad marinera del Puerto de Santa María (Cádiz), lugar en donde continúa disfrutando en compañía de su gran familia.  Y por fin, y después de innumerables avatares, se atreve a escribir y -lo más complicado y difícil- a publicar su primera novela. Una ópera prima, sorprendente.

Sinopsis:

Joaquín Ibáñez, hijo mayor de una humilde y trabajadora familia de campesinos, un forjador de valía en todo aquello que solía acontecer en el durísimo mundo rural; un autodidacta de las letras y los conocimientos de la vida; un joven serio, soñador, valiente y aventurero. E inició la aventura. En un principio, hacia una población en donde descubre la amistad, sucumbe ante la pasión, casi el amor,  pero también encuentra la desgracia y los sinsabores de la muerte.  A partir de ahí, deambula hasta que es detenido y acusado de un crimen (que no fue tal), continuando con su  forzada “peregrinación” hasta el altivo y  más que sufrido penal del  Peñon de Alhucemas. Un lugar mucho más lleno de brillo, oscuridad y aconteceres, que aquella otra famosa isla de Alcatraz (que todos conocemos por el inefable Clint Eastwood).  A partir de ahí, se inicia una lucha contrarreloj por y para continuar la vida, una vida que parecía ser el final, pero que no alcanzaba a serlo. Una vida en donde vuelven a cruzarse las amistades, los intereses y  los momentos más apasionantes. Una vida que desemboca en otra vida, allá en el Rif, en el norte de Marruecos; un lugar, mucho más desenvuelto entre la sensualidad y esos otros colores que nunca atrevió a imaginar. A partir de ahí, un desarrollo, un desenlace exultante. Como cabía esperar en una persona que supo -siempre- afrontar la vida, mirándola de frente,  agarrándola con los ojos y el corazón.




Impresiones críticas:

Es cierto que  mi amistad con Alberto Boutellier pudiera influir en este cometido crítico, si bien, intentaré ser lo más subje-objetivo posible.
El inicio de la novela te introduce muy acertadamente en aquellos parajes desolados, y engullidos por la miseria,  de aquella España rural del siglo XIX. El personaje principal, Joaquín, un hombre que aprende por sí solo a nadar en el alborotado mar de la vida. Sus aventuras y desventuras están repletas de circunstancias, adjetivaciones y momentos calificativos (o casi incalificables): un derroche de avidez y placer literario. Los momentos que imprime el autor, los introduce con el cariño de la precisión y el apasionamiento; aquí el lector, encontrará los increíbles devaneos que nos surgen en los más inesperados momentos.
Una novela histórica, aunque más novela que histórica. Una historia, contada en forma de novela, y sobre los imprevisibles aconteceres de una magnífica persona. Una persona, cuya vida transcurre desde una aventura cierta, con las caricias de la pasión incierta, el encuentro con la desgracia y el descubrimiento de una luz:  la luz que adivina a través de aquella pequeña ventana que derrochaba el brillo desde el salpicar de las olas.
He de decir, como humilde lector y profano en cualquier tipo de materia -sobre todo si aborda la actividad literaria- que, esta novela no solo me ha gustado, también me ha encantado y he disfrutado; como aquel niño que aún vive aquí dentro. Sí, me ha llegado a encandilar. Su autor, ha sabido conectar e imantar el protagonista -Joaquín- hacia los ojos de este lector. Una novela que engancha y que te engancha. Una pieza imprescindible para este verano (y para el otoño y demás estaciones del año), en donde las palabras te acompañarán con la música de ese mar que nos envuelve desde la lejanía, y que sin lugar a dudas, nos atrapará.

Epílogo.
La lectura, al igual que comer, viajar, ir al cine, pasear por el campo o dormir la siesta, es uno de los mayores placeres que existen. Por eso, cualquier sitio es bueno para disfrutar en la compañía de un libro,  de este gran libro; en el parque, en el patio de casa,  bajo un árbol, en un escalón en plena calle. Pequeños ratos libres en los que la mente se evade del mundo que le rodea y te sumerge en una historia humana, trágica, bella, pero también real. Como la vida misma.  Una sucesión de relatos que pueden provocar una sonrisa, hacer reflexionar o fantasear con ideas (im)posibles. Incluso llorar cuando al drama invade los sentimientos más profundos. La imaginación escapa por momentos, pero la realidad nos hace volar, incluso viajar a lugares espléndidos e inéditos.
He leído dos veces “El Renegado”, dos veces que me han sabido a poco. No descarto una tercera. Sólo un “pero”, para mi amigo Alberto: espero y deseo que continúe escribiendo,  haciéndonos disfrutar con la lectura y la imaginación de sus palabras.

Gracias, querido Alberto.


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miércoles, 10 de agosto de 2011

HOMBRE DEL NORTE


Hombre del norte fanático y huraño;
Adoras la materia.
No existes, no eres nadie sin la máquina metálica;
Sin grasa.

Con sangre sacrificas, y no tuya,
Al dios que adoras tú, dinero y raza,
Con mente de egoísta; hierro duro.
Inmolas para ello
El alma pacífica del sur

Por ello necesitas
Al sur para vivir;
Al Sur para adorar
Cual don, cual holocausto
De la sublime raza intemporal y noble
De espíritu paciente, puro y rancio,
Sacrificial y etéreo, siempre extraño
A tu mirar calculador y ávido.

Ellos son hijos, regentes y herederos
Del aliento divino de la tierra,
Para ofrendar sencillos y serenos
Al poder del Tengri, del espíritu,
No al acerado altar de la materia,
De la deidad que solo tocas
Con los dedos.

Un día ya no remoto,
Rendida la materia
Al fin te dejará,
Y pedirás clamando
Que el hombre domeñado
Del Sur sacrificado
Llene tu vaciedad.

Le pedirás que olvide
Ultrajes y desprecios,
Despojo y desamor,
Buscando su nobleza,
Su espíritu y su olvido,
Su senda y su candor.