Con paso vacilante y esforzado,
Camina el diminuto borriquillo;
A cada cuatro pasos castigado
Con fiera saña y lúgubre estribillo.
Desgracia de animal con rudo dueño,
Inerme, recibiendo cruel castigo,
De estúpido y frustrado lugareño,
Que azota al pobre rucio sin motivo.
¡Cuán largos y angustiosos despertares,
Medrosos del trajín de un nuevo día,
Cargado de trabajo y de pesares!
Hoy todavía recuerdo, vieja asnilla,
Aquel fatal tormento, y todavía,
No puedo desterrar tal pesadilla.
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