Perfume delicioso, aliento mío,
Fragante pebetero primoroso,
Fervor que siendo fuego esplendoroso,
Recóndito discurre, oscuro y frío.
Silente majestad de bosque umbrío
Que guarda recatado enigma añoso
Y lo oculta con celo riguroso,
Temiendo desatarlo a su albedrío.
Amor continuamente disfrutado
Al paso de mi vida, y poseído,
Consuela de la pena y del olvido.
Tal hijo me entregó como un legado,
Mi Dios, y en su largueza regalome,
Y gracias doy al don y al que lo diome.
Rafael Marañón-Granada-5 de Julio 1973
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