viernes, 5 de abril de 2013

VENDRÁS A MÍ, SEÑOR (SONETO)

PROCLAMEMOS LIBERTAD DEL PECADO

Vendrás; vendrás de forma tan real 
Que nunca más veré la triste tierra 
Tan cruel, contaminada y tan letal,
Que solo en guerra y mal, su afán encierra 

Contigo espero estar, vencido el mal; 
Escalpelo que cura y nunca yerra, 
Harás justicia a todos por igual
Y nunca más, retornará la guerra.

En fuga el cazador mortal del hombre,
Colérico por su condenación
Sin arrepentimiento ni perdón.

El mísero que salvas, siempre te honre, 
Y alabe con valor tu salvación,
Tu gran misericordia, y galardón.

sábado, 23 de marzo de 2013

QUEJAS A DIOS



Como  rayos de luz desenfocados,
Ajeno a la ortodoxia y a los ritos,
Llorando y denostando tu paciencia
Te llamé, ignorando tú mis gritos
Ansiosos, y en la angustia atolondrados.

No voy a recordarte mis pecados
Pues que ya los conoces y que ahítos
De herirme la razón y la conciencia 
Me afluyen sin cesar con mis delitos,
Rigores de alma ya desesperados.

¿Y me pruebas? endeble reconozco
Mis faltas, y percibo mi flaqueza
¡Que tu ley, me hizo odiar mis apetitos!

¿No ves Señor que soy muy torpe y tosco?
¿Que mi razón no alcanza tu grandeza

Aunque sueñe con cielos infinitos?

martes, 19 de marzo de 2013

PAN DE VIDA


  

Nos dio  a comer pan, el pan puro del Cielo.
Es el cuerpo de un hombre, emanación divina
Engendrado en amor y en el amor camina,
El corazón y sangre ardientes, no de hielo.

Al humano procura un perfecto modelo
De alimento impecable, sin otra bambalina
Que la verdad viviente y cruz luciferina,
En la que el enemigo contra Dios pierde el duelo.

Y en su breve victoria de la cruz del Calvario,
Mastica su derrota el perverso enemigo,
Y el triunfo más completo se realiza en la cruz.

Prevalece invencible el reino de la luz,
Y del hombre, Dios vuelve a ser el buen amigo:

Derrota al Leviatán, el bestial victimario.

AMDG

Rafael Ángel Marañón 

domingo, 17 de marzo de 2013

LOCA (Poema en cuartetas)



                
Casandra

         Desde que ella se marchó 
         Nada hice por buscarla 
            Y en desgraciada ocasión 
            He venido yo a encontrarla 
       
            En el patio de una casa 
            Para orates terminales, 
            Con los ojos como brasa 
            Llego llorando a raudales. 
      
            Aquel pelo tan florido 
            Hoy era, movido al viento, 
            Pelo hirsuto retorcido 
            Reflejando su tormento. 
       
            Órbitas desencajadas 
            Que alojaron bellos ojos; 
            Miradas extraviadas 
            Imaginándose antojos. 
      
            Aquellos brazos turgentes 
            Mostraban huesos desnudos; 
            Sus hombros adolescentes, 
            Encogidos y membrudos. 
      
            La boca que yo besé 
            Con exaltada pasión, 
            Y aquellos labios que amé 
            Eran trozos de carbón. 
     
            Su risa, que en estallido 
            Al aire saltaba loca, 
            Era un horrendo alarido 
            Que salía de su boca. 
      
            El óvalo de su cara 
            Que suspenso me tenía, 
            Y gustaba acariciar 
            A todas horas del día. 
      
            Era una mascara atroz 
            Con la cara retorcida; 
            Belfo colgando feroz 
            La frente empalidecida. 
       
            Las manos nudosas, secas; 
            Los dedos como sarmientos,
            Surgiendo de sus muñecas 
            Torcidos y macilentos. 
      
            Su cuerpo, que fue un modelo. 
            Se doblaba cual bordón; 
            El que otrora era el señuelo 
            Que exaltaba mi pasión. 
      
            Las rodillas temblorosas 
            Las piernas como esmeril; 
            No eran aquellas hermosas 
            Que parecían de marfil. 
       
            No me animaba a mirarla; 
            Estremecido de horror; 
            Me volví para dejarla 
            Con un gesto de pavor.

            Cuando prendida marchaba 
            Con su alma hecha pedazos, 
            Evoqué cuando estrechaba 
            Aquel cuerpo entre mis brazos. 

            Un mar de melancolía 
            Me recorrió por el cuerpo, 
            Y maldije mi falsía 
            Quedándome seco y yerto. 

            ¡Cuanta belleza y albura! 
            En su cuerpo derrochó 
           La generosa natura, 
           ¡Y que arruinado quedó! 

          Me arrepentí de mi encono, 
          Pues el volcán de la vida 
          Desde el día de su abandono 
          La abrasó yerma y perdida. 

         No la busqué, por mi dolo, 
         Pues cruel recordaba herido, 
         Que me había dejado solo 
         Con mi rencor resentido. 

         Me acuso de ser culpable 
         De no haberla protegido, 
         Mi amor no era tan fiable 
         Como yo había presumido. 

         Ahora mi remordimiento 
         Ya no me deja respiro, 
         Y es un fiero y cruel tormento
           Que tengo bien merecido. 

         Si la hubiera perdonado 
         Cuando llorosa y sufriente, 
         Que indultara su pecado 
        Me suplicaba insistente. 
       
        Hoy todo tendría sentido 
        Pues de aquellos extravíos, 
        Nos hubieran resurgido 
        Unos amores tardíos. 

        Mi soberbia y despotismo 
        Y mi amor propio tan cruel,
        La arrojaron al abismo 
        Y la sumieron en él. 
       
           Ten Señor, misericordia 
            De la pobre desgraciada, 
            Y borra de tu memoria 
             Su vida tan desastrada. 
        
            Bien penó la pobrecita 
            Su extravío en su demencia, 
          Pues a pesar de su cuita 
          Solo pecó de inocencia. 
        
       Tuve una revelación, 
        De aquel caso miserable 
        Y llegue a una conclusión; 
        De aquello, era yo el culpable.

         Nunca juzgues sin temor
         De lo que tú no estas libre 
        Y cometas un error 
        Como yo, de este calibre.

          

Rafael Marañón Agosto 1973

viernes, 8 de marzo de 2013

CANTO ANTIGUO (POEMA DE ADORACIÓN)



Al Dios vivo que salvó mi vida

Cantaron los arcángeles del cielo
Canto antiguo, que llena el corazón,
En coro de divino amor y celo,
Al ser establecida La Creación.

Compren
do, aun siendo yo tan altanero,
Lo hermoso en tu palabra y tu actuación;
Quisiera ser de todos el primero
Que cante a tu grandeza con fruición.

No quiero hablar de flores ni de mares
Que son pequeños trozos de tu obra;
Ni tampoco del alma que alcanzares,
Que solo tú conoces ya de sobra.

Buscando lo profundo de tu herida
Quiero libar del fondo de tu amor,
Llenarme del secreto de la vida
Y ser contigo uno en el dolor.

Y quiero junto a ti, con dulce vino
De prístina y espléndida creación,
Llenarme de tu espíritu divino
En gozo, paz, en éxtasis y unción
.


AMDG

martes, 5 de febrero de 2013

AMOR ESTÉRIL



Acaso yo me olvide que nunca fuiste mía
Y mi loca quimera se vaya con la muerte,
Y tú tal vez recuerdes, con reprensión muy fuerte,
Que mucho me has amado y que yo te quería.

Han pasado los años y han sido como un día,
Y simplemente todo será cual tierra inerte,
Fui débil amante y acabé por perderte,
Aunque todo al final fue agitación baldía.

Tomé frutas amargas de un nuevo manzanil,
Que con sabor de acíbar y herida de saeta,
Fueron mi inapetencia y manjar desabrido.  

Ahora somos viejos, y el amor juvenil
Se perdió entre las nubes de una mente poeta,

Del que tanto te quiso  y ahora vive el olvido.

Rafael Marañón

lunes, 4 de febrero de 2013

CALLADAMENTE




Calladamente te amo ¡Oh Dios del Cielo!
En ti solo he descubierto la ternura
Que ansié de los que al verme en estrechura,
Me negaron con risa fría de hielo.

Ahora soy ya un viejo, soy abuelo
Que mira de mis nietos la llenura,
En una perspectiva más que oscura,
Y oculta como en un negro pañuelo.

Es la ley de la vida, es arribar 
Por distintos caminos del azar,
A una sombra que solo ofrece arcano.

No tenemos ya nada en nuestra mano;
Otros muchos, altercan alcanzar
Sin Cristo, lo que nunca ha de llegar


Rafael Marañón

lunes, 21 de enero de 2013

CADA



Cada goce comporta una migraña,
Las monedas contienen cara y cruz,
Cada gozo de penas se acompaña, 
Cada sombra se forma de la luz. 

Cada gloria conlleva su tragedia,
Cada hombre es incompleto sin mujer,
Cada dama sin hombre es solo media, 
Cada vida es la muerte del nacer. 

Son claras las lecciones que se mientan,
Con ellas es posible comprobar,
Que el bien y el mal siempre se complementan, 
Y hay mal para que exista libertad. 

Dejemos pues a Dios, que bien gobierna 
La vida de su espléndida creación;
Bebamos de Jesús en su cisterna, 
Y alumbre su virtud la salvación.
 incompleto sin mujer,
Cada dama sin hombre es solo media, 
Cada vida es la muerte del nacer. 

Son claras las lecciones que se mientan,
Con ellas es posible comprobar,
Que el bien y el mal siempre se complementan, 
Y hay mal para que exista libertad. 

Dejemos pues a Dios, que bien gobierna 
La vida de su espléndida creación;
Bebamos de Jesús en su cisterna, 
Y alumbre su virtud la salvación.

Rafael Marañón

lunes, 14 de enero de 2013

ALABANZA NOSTALGICA


 

ALABANZA NOSTÁLGICA

   
En mis noches dolientes evoco con nostalgia
Tu serena apostura y tu perenne gracia
Al acercarme pleno a mis últimos días
Recuerdo acongojado tus gracias que eran mías.

Solamente ya espero de tu fuente del bien,
Sus aguas limpiadoras, tu palabra también,
Tus muchas bendiciones que por tu sangre tuve,
Formando mi carácter, desde tu oculta nube.

Quise siempre beber de tu pan y tu vino,
Pues depreciaba parco cualquier otro manjar
Que no se cocinara en tu bendito hogar

No quise alimentarme de pan adulterino,
Antes bien, quise solo hacer de ti un yantar,
Y en tu divina lumbre poderme calentar


Rafael Marañón 



Rafael Marañón 

domingo, 13 de enero de 2013

NOCHEBUENA


 
Día de viva y grandiosa evocación,
De un gran misterio que cautiva el alma,
Y en medio del bullicio pone calma,
Melifica y consuela el corazón.

Que trae de nuestros padres tan amados,
La dulce y especial melancolía
De tiempos en que juntos ese día,
Estuvimos felices y abrigados.

¡Oh noche, tan grata y esperada!
En que viven visiones del pasado,
De personas que tanto hemos amado,
Y viven con nosotros la velada.

Bendita noche que entre mimos,
Nos traes reminiscencias de otros tiempos,
En que en otros lugares u otros vientos,
De las madres los besos percibimos.

Y aquel padre, que serio contemplaba
Los hijos en sus cantos y alegría;
Tal vez del porvenir la travesía,
En su profundo corazón guardaba.

Manjares que por ser los de aquel día,
Compartimos en una sola cena,
Hermanos sin rencores y sin pena,
Adobada de paz y de armonía.

Una madre y un padre que miraban
Serenos, pero plenos de esperanza,
El tiempo que trajera la mudanza,
Mientras de Cristo el corazón llenaban.

Y evocando a María, la madre humana,
Su gozo, su dolor, su incertidumbre,
Nos acercamos a la divina lumbre,
Que Dios depositó, y de ella mana.



Rafael Marañón Barrio

miércoles, 2 de enero de 2013

JOVEN MUERTA




Helada, exangüe, en lúgubre belleza
Reposa la manceba en su ataúd,
Su cuerpo envuelto en vestidito azul,
Ciñendo blanca cinta su cabeza.

Su madre, consumida por el llanto,
Se esfuerza en mantener temple sereno
El rostro aun joven, lánguido y moreno
Refleja la tristeza y el espanto.

Sombrío, masticando pesadillas
El padre taciturno ya no llora;
Silente, en su interior suspira y ora
Con lágrimas que abrasan sus mejillas.

Se advierte en su mirar una agonía
Que calla. Y ruge en su interior insana
La dura reprensión que amarga mana
De un roto corazón que desvaría.

La madre vuelve, en su aflicción profunda,
Al cónyuge la faz con desconsuelo
Y el hombre, taciturno, baja al suelo
La vista descompuesta y errabunda.

Y busca del pesar librarse ansioso,
Y anhela mitigar su garra fiera;
Vehemente su encrespada cabellera
Se mesa enajenado sin reposo.

¡Dolor no habrá que iguale mi condena!
La madre clama amarga y perturbada;
El hombre le dirige una mirada
Mezcla de rabia, de fastidio y pena.

Calibrar de una madre nadie sabe
El abismo insondable de su llanto;
El padre masticando su quebranto
En su infierno interior medita grave.

Comparten la amargura que constante
Les rasga el corazón con bronco muerdo,
Pues ha muerto la niña por acuerdo
Que hizo la madre con la hija en plante.

Fue una noche que a fiesta callejera
La joven asistió tozuda y fosca
Y la madre por débil, floja o tosca,
La encubrió por que el padre no riñera.

Soportan su pesar, duro y tirano,
Su incuria transpirando por la herida
Y miran en la hija ya perdida
El triste  efecto de su hacer liviano.

Su hija libre fue mientras estuvo
Bajo la dirección de sus mayores,
Ahora muerta, delata los errores
Que en los descuidos de sus padres hubo.

La boca hambrienta, espera de la huesa,
La terca tierra exige su tributo
Y aplica su rigor con  absoluto
Poder, y vence inapelable y lesa.

Errado amor que por lograr agrado
Del bienamado, al que objetar detesta,
Le deja ir a la importuna fiesta
Con tan triste y funesto resultado.