domingo, 11 de diciembre de 2011

RECUERDOS DE MI NIÑEZ (MI BREVE IMPRESIÓN DE LA GUERRA)




Vista Alcalá la Real 



Yo tenía apenas dos añitos, aunque más adelante entre lo que vi y lo que me contaban mis mayores y extraños, me di cuenta de aquella tragedia que marcó mi vida como la de tantos niños de la guerra, que vimos a nuestra corta edad, bombardeos, combates de artillería etc. y supimos de fusilamientos y las cosas que llevan consigo las guerras civiles. Esto era allí mismo en un desgraciado pueblo, en donde el movimiento fracasó y tomaron presos a los más destacados de los sublevados a los que fueron fusilando.

Fue un tiempo de terror y de personas refugiadas y escondidas, hasta que las tropas nacionales entraron en el pueblo, y lo que es peor, lo coparon, por lo que fueron embolsados todos los que no pudieron huir, en la falsa confianza del fracaso de Queipo de Llano el general que mandaba el Ejercito nacional del Sur y refugiados en la convicción de que los rebelde fracasarían.

Fácil es imaginar las escenas de venganzas, justicia sumarísima y sin demasiadas concesiones a la legalidad, que naturalmente en cada bando eran distintas. Aunque de un monótono perfil de conducta, para con los que capturaban.

Peor aun, fue la situación en que quedaron los frentes, después del relativo asentamiento de los frentes del Sur. En la fortaleza de la Mota quedaron las tropas levantadas, y en la otra y enfrente (Tajos de Charilla y los Llanos) estaban los republicanos, que no eran tales, puesto que se componían de anarquistas y sindicalistas de los más extraños procedencias y castas, etc. que en lo que menos pensaban, era en una república... y menos, burguesa. Sencillamente querían la revolución comunista y por ende, atea.

Los sublevados entendieron esta situación, y luchaban con la misma ferocidad que los otros, ya que sabían que lo que defendían era evitar un soviet en España y la desarticulación de la nación. Que lo fuera o no es era la impresión y la mentalidad de, los unos y la convicción de los rojos de que solo cabía la eliminación (exterminio) de las clases medias y sobre todo de los propietarios.

Vi como de una a otra posiciones se intercambiaban disparos de cañón constantemente, y el rugir de los cañones se metía en el cerebrito de los niños, guardados celosamente por sus madres y padres en los sótanos más profundos de la ciudad. El frente estaba a ambos lados en las alturas, teniendo a la ciudad en medio de sus disparos y nunca faltaba alguno que otro, al menor movimiento sospechoso.

Mi mayor impresión, fue cuando una bomba cayó enfrente de la casa donde nos refugiábamos, y vi sacar el cadáver de la dueña de la casa (Doña Visitación), totalmente emborrizada como una croqueta. Y pude hacerlo, porque mi madre buscaba desesperadamente a mi hermano mayor, que con un primo estaba viendo los aviones… en la terraza. Milagritos que se dan.

Imagínense las represalias por los bombardeos, y los bombardeos como represalias. Terminó la guerra y empezaron los juicios sumarísimos, cada vez más templados según se enfriaban los odios. Aun antes de acabar y en los finales de 1938, hubo bombardeos en venganza por la derrota republicana en la famosa batalla del Ebro.

Recuerdo uno, de dieciocho aviones machacando una ciudad desarmada, que ni era paso para avances ni estaba ya al alcance de un ejército en esas fechas derrotado en la  ya decisiva batalla del Ebro, que tantas bajas produjo. Fue llamada “batalla de desgaste” de ambos bandos, en la que triunfaría el que fuera capaz de asumir más pérdidas y reponerlas en hombres y material.

Verdún, en Francia, fue la primera ciudad y batalla nombrada así, por las espantosas pérdidas sufridas por ambos beligerantes; Francia y Alemania.



http://www.todopueblos.com/aweb.php?pagina=http://www.alcalalareal.net

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